No hay futura ‘calidad de vida’ si no cambiamos la ‘actitud ante la vida’. No es sólo cuestión de cambiar de combustibles. Un mundo de ‘egos’ es incompatible con un futuro ‘eco’
Gran parte de la humanidad transita hoy por la certeza de ser individuos absolutamente separados de los demás seres humanos y del resto del universo, pero este es el tiempo en el que comenzaremos a comprender que en realidad somos sistemas vivientes, orgánicamente ligados a todo lo que existe.
No hay eco futuro posible sin un reenfoque del ego.
Nuestra crisis es una crisis paradójica: somos cada vez más individualistas, pero a su vez, dependemos de todos los demás como nunca en la historia.
En el momento en que dejamos de pensar en el otro para solo enfocarnos en nosotros mismos dejamos de lado un concepto fundamental, el hombre es un animal social, y necesitamos del otro para vivir, no solo de otros seres humanos, sino de otras especies y de todo nuestro planeta que nos sostiene.
Nuestro ego colectivo nos hace creer que el momento que vivimos es el más avanzado posible, y no tenemos en cuenta que hay un futuro hacia el cual debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. Por ello es necesario cambiar el foco de lo individual hacia un enfoque común y solidario, donde somos parte de un sistema mas complejo y en el cual “el yo” dejó de ser el protagonista.
No se puede construir un mundo mejor sin personas mejores. El futuro del planeta depende de personas cuya misión personal sea común para toda la especie. El futuro del planeta es el futuro de cada uno de nosotros.
Perspetiva EGO- perspectiva ECO
La perspectiva EGO nos hace enfocarnos en lo que es bueno para nosotros mismos, en nuestro propio beneficio, en lo que nos puede servir para tener más poder o influencia, ganar más, ser más exitosos y reconocidos. Si miramos alrededor es para saber qué nos aportan los demás o cómo podemos dirigirlos y controlarlos para alcanzar nuestras metas. Este marco angosto tiene su costado sombrío: muchas veces nos sentimos solos, aislados.
Desde la consciencia ECO, en cambio, nos percibimos incluidos en una red de relaciones complementarias sostenida por un propósito en común. Los límites entre nosotros y los otros dejan de ser zonas de separación y se vuelven zonas de conexión, espacios permeables, puentes por donde transitan energías, información, servicios, experiencias, reciprocidades.
La consciencia de ser interdependientes nos estimula a ponernos en los zapatos de los otros involucrados y a ponernos a su servicio “con la cabeza, el corazón y las manos”, entendiendo que su bienestar y su evolución contribuyen al nuestro y al del todo.
El proceso de apropiarse de los beneficios de la cooperación va de adentro hacia afuera, en un proceso de toma de conciencia de la interconexión. Cuantas más personas estén atentas a su calidad de observación y actúen desde la consciencia holística, la cultura se va a volver más colaborativa.
No hay futura ‘calidad de vida’ si no cambiamos la ‘actitud ante la vida’. No es sólo cuestión de cambiar de combustibles. Un mundo de ‘egos’ es incompatible con un futuro ‘eco’
¿Se puede cambiar algo?
Es posible defender la vida no solo en los espacios académicos o de investigación, sino en tres escenarios claves: la familia, la escuela y las ciudades.
No olvidemos que la familia es un sistema donde se forman personas. Asimismo, la educación y el mundo urbano ofrecen extraordinarias oportunidades para el desarrollo integral sustentable.
Desde la familia, la educación y la ciudad se pueden construir la nueva conciencia planetaria. Para ello comenzar en los propios hogares, mediante pequeñas acciones, como la organización de la basura y el reciclaje; la dosificación del agua, evitar la contaminación del ambiente, involucrarse en actividades comunitarias a favor del ambiente, etc.
Pero principalmente comenzar a implementar el consumo responsable. Como individuo conocer que se está consumiendo y donde proviene, exigiendo mayor responsabilidad en la producción de nuestros bienes y servicios.
Que cada ciudadano se convierta en un agente transformador y no en un repetidor de prácticas contaminantes.
